El hacer de las actividades diarias me ha traído pensando ya un buen rato sobre la sofisticación. A manera de juego trato de hacer las cosas cada vez más sencillas, rápidas y eficientes; lavar los platos, barrer, hacer mi cama, cocinar, etcétera; pequeñeces de la vida diaria que al verlas como un problema a resolver detonan en mi mente la búsqueda de soluciones o simplificaciones que llegan a mí de sorpresa y hacen de la actividad particular algo más divertido y un nuevo reto a seguir simplificando.
Tratando de escarbarle un poco al tema —lo que mi mente me ha permitido, pues no me he tomado el tiempo de documentarme al respecto— puedo decir que la sofisticación es algo a lo que cualquiera puede atentar y alcanzar en cualquier actividad que realice. No implica un grado específico de simplificación o tecnificación. Solo un paso más allá del estado presente de las cosas.
Sofisticación: algo así como sofía (sabiduría) más acción —tampoco soy lingüista—; la acción de aplicar la sofía a algo; sofisticarlo, es simplemente reflexión sobre ese algo y/o lo hecho con ese algo, que puede también ser un pensamiento o una idea. Reflexionar, es proyectar el ser propio en aquello sobre lo que se reflexiona. Ver nuestro reflejo sobre ello, como si fuera un espejo; y aprehender lo que vemos; incorporarlo a nuestro ser. Después, para avanzar en la sofisticación, repetir el proceso sobre ese paso dado; reflexionar sobre lo ya reflexionado.
Algo importante a señalar sobre la sofisticación es que nunca termina. Eso le agrega un buen grado de interés al tema, pues nos permite encontrarnos en una constante mejora, complejización —para las ideas— u optimización de lo que hacemos.
Así, cualquier actividad se puede convertir en un reto al intelecto, un acertijo a resolver y un excelente entretenimiento para la razón. Desde tender la cama y lavar los platos, hasta leer, escribir, realizar nuestra actividad económica, cuidar nuestras relaciones interpersonales o el pensar mismo: sofisticar el pensamiento. Suena bien, ¿no?
Ahora viene la parte divertida. Recientemente se me cruzó en el camino un autor que habla sobre el tiempo libre. El tema ni por la cabeza me había pasado, y al irlo descubriendo a través del análisis que realiza, quedé encantado con el alto significado que tiene para la existencia humana. Un día de estos le dedicaré una columna completa a la libertad en el tiempo libre, es un tema obligado. Por ahora, solo hablaré de una de las partes de este tiempo libre que me es útil aquí: el estado contemplativo recreativo.
Según Frederic Munné, cuando el hombre o la mujer entran en un estado de contemplación, su pensamiento crea. Ya sea a través de una actividad creativa directa, como pintar, escribir, componer, etcétera; o como simple interpretación crítica de algo ya creado, a lo que llama contemplación pasiva. Cuando esta interpretación crítica alcanza cierto grado de profundidad, transforma aquello interpretado; lo recrea. En este caso, la contemplación pasiva se convierte en creación activa.
La creación no es algo que viene por simple espera; hay que buscarla y aprehenderla, incluso cuando llega por serendipia (un hallazgo afortunado y accidental), dice Munné. Por supuesto que momentos de silencio y recogimiento, que propicien un monólogo interior, ayudan bastante. Como también entrar en profunda comunicación con otros. Estas condiciones sirven como potenciadoras de nuestra imaginación, que es una máxima expresión de la libertad. Y también como autoafirmación personal o interpersonal. Todas requisito para alcanzar un estado recreativo: se parte de hacer consciencia de “quién soy”, en mi relación con el exterior, conmigo mismo o con el otro, para luego recrear ese “yo”.
Tal vez una concepción de sentido común en torno a la contemplación es que se contrapone a la participación activa; esa vieja imagen del filósofo griego en estado contemplativo: “no haciendo nada” más que observar; el filósofo holgazán. Aquí la contemplación es concebida como un estado mental que puede incluir o no una actividad física, es decir, ser activa o pasiva. Para Munné, entrar en un estado creativo, implica una contemplación-acción, pues ninguna de las dos es creadora por sí sola. La contemplación supone una participación en la realidad y la participación debe apoyarse en una teoría. Por lo tanto, la creación no puede excluir a ninguna de las dos. Si nos aproximamos a ella por el lado de la acción, estaríamos realizando una participación contemplativa, y si lo hacemos por el lado de la reflexión, una contemplación participativa. Regresando al filosofo griego, que parecía no hacer nada, realmente estaba transformando su realidad, mediante una profunda reflexión sobre ella, que traería más tarde consecuencias medibles en acción.
La creación se basa en la imaginación, una fuerza de la libertad que dirige el pensamiento y la acción, a lugares en los que no habían estado antes. Para que pueda ser creadora, la imaginación debe dejar al pensamiento en libertad de acción o a la acción en libertad de pensamiento (contemplación participativa, o participación contemplativa). Un sencillo “dejarse llevar por la imaginación”.
Lo que propongo a través de la sofisticación es un ejercicio de reflexión imaginativa; usar la imaginación para crear en lo más cotidiano de la vida diaria. Ese momento en que la contemplación se convierte en creación; crear o recrear hasta la actividad más mundana. El tiempo de creación es tiempo de hacerse al hacer. Usar la imaginación como expresión de nuestra libertad, y además para divertirnos; y al divertirnos, también nos volvemos a crear para nosotros mismos. Divertirnos es jugar, y el juego como finalidad en sí mismo es recreación. Una diversión recreadora como la plena y consciente entrega a algo por sí mismo y no por necesidad, nos autoafirma como sujetos recreadores de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Sofisticar la acción cotidiana, por ende, es recrearnos a nosotros mismos y recrear nuestro entorno.
Emiliano mil felicidades, no sabia que tenias este blog, y leerte me da un gusto enorme. Excelente la fluidez con la que escribes y tambien el contenido de tu ensayo.
ResponderBorrarHace unos años yo tambien inicie un blog aqui mismo, como un experimento de redaccion, ya que debia elaborar un documento muy bien estructurado sobre un proyecto y todas las ideas estaban en mi cabeza y no encontraba la forma de ponerlas en orden en un documento escrito; asi que cree un blog para escribir sobre cualquier cosa que pasara por mi mente para ejercitar la empolvada habilidad que todos tenemos de comunicar ideas en un medio escrito. Veo que me llevas muchos pasos adelante, por la claridad con la que te expresas y te felicito por ello.
Sigue ejercitando esa habilidad y seguro te seguiremos leyendo con mucha atencion y gusto.
Un abrazo.
Suena divertido!
ResponderBorrarFelicidades, muy buena reflexión de un tema que algunos olvidamos, suena a reto (divertido) sofisticar nuestras acciones cotidianas en un mundo tan apresurado, gracias por la recomendación y despertar inquietudes