lunes, 12 de agosto de 2013

Durkheim: la educación en la sociedad científica

La concepción durkheimiana de la educación refleja una realidad origen de la sociedad actual, cuyo personaje principal en la concepción del mundo era y sigue siendo la ciencia. Por esta razón, Durkheim contrasta el lugar de la ciencia, como dominadora de las nociones fundamentales del pensamiento de su época, con el que ocuparon las artes en otro periodo que asumo es el del renacimiento, que es a su vez padre de la modernidad tal y como la vivió el autor durante la segunda mitad del siglo xix. Su noción del deber como parte del ejercicio de la libertad del individuo, refleja el predominio del pensamiento científico de corte positivo en sus nociones.

La educación en Durkheim es una acción ejercida por los adultos sobre los más jóvenes, que se les impone y los conforma dentro de la normalidad social de su época y su lugar de origen; cada momento y cada lugar tienen su tipo de educación. La normalidad dentro de la que se busca conformar al individuo corresponde a las necesidades que la sociedad presenta. El objetivo será siempre crear un ser social: un individuo de perfección relativa, que logre salir de su egocentrismo, dominar sus pasiones e instintos y sujetarlos las normas correspondientes al entorno en que se desarrolla.

En el contexto de la industrialización, la diferenciación y la especialización que caracterizan al sistema educativo obedece a la necesidad de individuos que cumplan funciones cada vez más delimitadas, situación que contrasta con la propia de la época feudal, en la que la educación se otorgaba a los mismos en base a su casta o profesión heredada. Sin embargo, existe otra función social de la educación que no se diferencia a partir de clase, profesión o necesidades técnicas: la de fijar un cierto sistema de ideas, sentimientos y prácticas que expresan en el individuo al grupo del que forma parte. Bajo este planteamiento, la educación satisface a su vez la necesidad de homogeneidad y diversidad que cada sociedad necesita para asegurar su existencia por medio de la cooperación.

Dicho lo anterior, se hace posible ver al sistema educativo como reflejo de una realidad institucional conjunta y organizada, que funge como testimonio de la estructura misma de la sociedad. Dentro de esta realidad institucional se encuentra la religión, organización política, nivel de desarrollo de las ciencias y las condiciones industriales. Es a causa de esta compleja implicación que tiene la institución educativa que Durkheim considera que el actuar sobre ella se puede hacer sólo en la medida en que se conozca su naturaleza y las condiciones de las que depende.

Partiendo de lo aquí revisado, me pregunto: ¿qué tan vigente es el planteamiento durkheimiano sobre la educación? Habría que agregarle una diversificación aún mayor de profesiones y una estratificación social que ha crecido monumentalmente desde la última década del siglo xix. Fuera de eso, estoy de acuerdo en que refleja una realidad institucional particular, en que normaliza al individuo dentro de los estándares de hábito e idea vigentes en el orden social actual, en que esto se realiza a manera de imposición bajo la idea de que es necesario que el individuo pase por ese proceso con el fin de que la sociedad siga funcionando —aunque en ese último punto no coincido— y en que cumple la función de asegurar una diversificación necesaria de ocupaciones.

Aunque esto último desata una discusión en torno a qué fuerzas dan dirección a tal diversificación. En este punto, la concepción durkheimiana se asemeja a la platónica de “La República” en que el orden institucional, o el estado, busca su perpetuidad mediante la formación de ciudadanos competentes —“de perfección relativa”, en palabras del autor.




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