jueves, 13 de junio de 2013

Celso Piña en Café Brasil de Monterrey


El evento ocurrió el día dos de la Semana de Cine Documental Barrio Antiguo 2013, 11 de junio en Café Nuevo Brasil, un lugar clásico en Monterrey por conjugar y haber conjugado desde los 50 del siglo pasado el encuentro de músicos, artistas, intelectuales, políticos y cualquiera en busca de ese particular ambiente en el que confluyen ideas, saberes y buenos momentos.

La proyección del documental “Regiocolombia” fue para mí un reencuentro con la música colombiana vallenata y su expresión en la ciudad; me hizo darme cuenta del valor cultural que tiene y verla como un espejo de la situación social que vive Monterrey, en particular su estrato socioeconómico más bajo.

Me hizo reflexionar sobre el colonialismo ideológico representado en las preferencias musicales y culturales; el hecho de que las juventudes de estratos socioeconómicos medios y altos escuchen preferentemente música estadounidense y que lo que es considerado alta cultura venga de fuera y dictado por clases aristocráticas o de élite. En contraste, la música colombiana es cultura como identidad creada en Monterrey, no en ninguna clase aristocrática europea o potencia hegemónica con fines meramente comerciales, ya que, si bien el origen es Colombia, las variantes que ha adquirido en esta región son únicas.


La música vallenata es una expresión que nace desde las clases populares y, por ende, es cultura regional pura que, además, tiene su raíz en un estrato de la sociedad que no ha sido domesticado, normalizado ideológicamente u occidentalizado en su totalidad: gente sin una escolaridad, que los obligue a llevar uniforme y rendir reverencias a las autoridades escolares; sin empleo formal, que los obligue a acatar un horario y la jerarquía de una institución: “flores silvestres”, parafraseando la expresión que se usa en el documental.

Resulta también interesante ver como la música colombiana, a pesar de atraer a grandes masas, no se encuentra en el centro de atención de los medios de comunicación y otros promotores de la música en general. La razón es que el mercado que tiene el vallenato en Monterrey es gente sin acceso a los medios de consumo que le dan vida comercial a cualquier expresión cultural. La historia la conocemos bien: vende o no vende. La vida del movimiento colombiano yace bajo la superficie.



La noche la cerro el mismísimo Celso Piña, que nos brindó una velada excepcional, dada la pequeñez de la audiencia, que nos permitió disfrutar del espectáculo casi junto su Ronda Bogotá y vivir la experiencia muy de cerca. Fue un verdadero honor cantar, tomar y bailar junto a un representante fehaciente del movimiento en la ciudad, que dispuso de su talento para ofrecer un concierto a cincuenta personas como lo ha hecho para ofrecerlo a decenas de miles.


Ya para despedirse, La Ronda Bogotá nos bajó el ritmo con éste clásico:




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