domingo, 3 de marzo de 2013
Coyote mx; reflexiones sobre El Arte de la Guerra
Traducido al mexicano, Sun Tzu nos dice, hay que ser cabrón. La lectura de este texto asemeja al relato de una pelea callejera, en la que el más gandaya es el que chinga. Pero el gandayismo mexicano no es propio de aquél con la mera intención de joder, sino de aquél con el colmillo necesario para hacerlo; un coyote.
Es así como este chino plantea sea alcanzable la victoria: paciencia y estrategia antes que el uso de la fuerza; la sagacidad del predador, en espera del momento de vulnerabilidad de su presa; la astucia de la zorra. Y cuando el momento es correcto: un ataque veloz y preciso aseguran la victoria, como en la guerra de guerrillas: apareces, atacas, desapareces; campañas rápidas; nunca prolongadas.
Es el arte de emplear sólo la fuerza necesaria, ello depende de la estrategia; lograr tener al enemigo agarrado de las cuatro patas antes de que siquiera sepa que te está enfrentando; jaque mate al rey. “La milicia es un tao (camino, estrategia) de engaños”, nos dice Sun Tzu. Hay que mostrar lo que no se es: que se está cerca, cuando se está lejos; que se es débil, cuando se es fuerte. Qué semejanza con el mundo actual: la política, las ventas, el marketing, son puro engaño; golpes bajos administrados con diplomacia, de eso está hecho el éxito.
Las grandes batallas no se libran, carecen de reputación, de grandes victorias, son ganadas sin mérito; son llevadas a cabo de manera inteligente, sin necesidad de un gran despliegue de poder; las grandes victorias se alcanzan antes de la batalla y, por ende, después, ya que se evita un desgaste innecesario de energía.
No peleemos pues, pero cuando haya que hacerlo, la precisión en los cálculos es indispensable; estar bien consciente de los límites propios, aceptarlos y actuar acorde; aquí comienza el juego del coyote: previsión y paciencia, trabajo en equipo; dejar que el enemigo se encuentre en su momento débil y, mediante una mezcla entre el método y el elemento sorpresa, realizar la operación; desconcertar al enemigo.
Llevar a un ejército a la victoria requiere de un liderazgo capaz, justo y severo. Que conozca a los otros y que se conozca a sí mismo. Que se gane el respeto de los seguidores siendo consecuente, y que logre que éstos quieran lo mismo que él, guiándolos por un camino más allá del que todos pueden ver; un escalón más arriba del sentido común. En toda jauría de coyotes, quien guía es el macho alfa.
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Muy buen texto amigo, un saludo.
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